Todos tenemos tareas y obligaciones que realizar cada día. Pero ¿ cómo te sientes cuando la realizas? Al levantarte y saber que debes ir a trabajar o que debes hacerle el desayuno a tu familia o bien que debes ir a tu escuela o universidad ¿Cuàl es tu reacción? Te sientes lleno de alegría, entusiasmado, feliz... o por el contrario enojado, triste, desganado.
La vida es tan corta, que debemos hacernos una promesa a nosotros mismos, que todo lo que hagamos lo hagamos bien y con pasión. Que a la hora de nuestra partida nos recuerden como esa persona que todo lo que hacia lo hacia con amor, con entusiasmo. Haz las cosas bien o no la hagas. Por ello es importante que podamos hacer una introspección y en medio de un discernimiento descubramos cuàl es nuestra vocación, a qué hemos venido al mundo y a partir de ahí vivir al máximo.
Que la excelencia sea siempre nuestro punto de partida y nuestro punto final. Que todo lo que hagamos tenga ese toque. Que nos reconozcan por tener esa actitud.
Ser feliz es sinónimo de hacer lo que nos gusta con amor, pasión y entusiasmo. Sea lo que seas que hagas, hazlo bien. Recuerda: "¡El hombre! Como la hierba es su vida, como la flor del campo así florece; lo azota el viento y ya no existe, ni el lugar en que estuvo lo reconoce" (Salmo 103,15-16)
Vive al máximo: ¡Lo que hagas, hazlo bien!
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