El no se atrevía a decirle nada, ya tenia un compromiso y si ella era solo una ilusión, una aventura de las redes. Pero las noches sin dormir pensando en ella le decían otra cosa. Es que su corazón ardía solo al recordar su nombre. Su cuerpo se estremecía cuando recibía una foto y perdía el apetito si en el día no hablaba con ella.
Un día dejaron atrás la virtualidad y decidieron encontrarse. Se citaron en un café. Ella llegò primero, el después se saludaron como dos buenos amigos, pidieron café y entre sorbo y sorbo se le fueron las horas sin que se dieran cuenta. Los encuentros se hicieron màs frecuentes, a veces era para disfrutar de un desayuno, otras veces almuerzo y otras veces era para disfrutar de una caminata por algún parque entre risas y coqueteo, pero ninguno se atrevía a ir mas lejos.
Sin embargo como reza el refrán no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Esta vez ella lo cito en un lugar a solas, eran un parque poco visitado y sobre todo a esa hora. Habían unos asientos con mesas para picnic, el llegò primero esta vez y se sentó allí. Mientras esperaba su corazón tuvo un mal presentimiento, y pensó acaso serà esto una despedida. Mientras se encuentra envuelto en las brumas de aquellos sentimientos, llegò ella sin que èl la sintiera llegar. Ella portaba un vestido rubí hasta sus tobillos, el viento jugaba con el a su antojo igual que con su pelo.
De repente el sintió sus manos acariciar sus hombros, y no pudo controlar estremecerse. Ella se detuvo junto el y el se levantò de su asiento. El estaba como hipnotizado, petrificado inmóvil frente a ella. Ella ahora acariciò sus labios y lo beso en la mejilla. Tomò sus manos y las colocò en su cintura mientras ella le rodeaba el cuello con su brazos. Lentamente se acercò ella a su boca y lo besò tan dulcemente que el sintiò desfallecer. Cuando el logrò abrir sus ojos, se encontraba sólo, ella no estaba alli, desde entonces el se pregunta una y otra vez ¿Pasó realmente o lo alucinè?
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