Amo la compañía de un buen amigo. Me encanta reir a dueto y cantar a trio. Caminar entre platicas y carcajadas. Comer entre cuentos e historias pasadas.
Llorar en otros hombros que no sean los mios. Soñar en la cama en almohadas compartidas. Tomar un buen vino entre canciones y choques de copas, celebrando los planes del futuro.
Pero cuál es el precio que he de pagar por tener compañía... si no encuentro alguien sincero. La gente solo busca aprovecharse y de todo sacar propio provecho. Y lo peor de todo esto es que muchas veces soy yo ese provecho.
Ya sé lo que haré, SE lo pediré a Dios, Al amigo que nunca falla. El Sabrá encontrar para mi Ese tesoro llamado amigo. Cierto es no hay mejor amistad que la que se crea a los pies de Cristo. Esa que crece en oración y santidad y que te impulsa cada día a buscar la verdad.